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Marcelo Birmajer

 

Marcelo Birmajer nació en Buenos Aires, en 1966. Es escritor. Ha publicado, entre otros libros, Historias de hombres casados (Alfaguara. cuentos, 1999), Tres mosqueteros (Seix Barral. novela, 2001), Nuevas historias de hombres casados (Alfaguara. cuentos, 2001), Últimas historias de hombres casados (Seix Barral. cuentos, 2004), Ser judío en el siglo XXI (ensayo); El Once, un recorrido personal (Aguilar. ensayo histórico, 2006), Historia de una mujer (Seix Barral. novela .2007). Tres hombres elegantes (Seix Barral. novela. 2008). Es autor del guión cinematográfico El abrazo partido, galardonado con numerosos premios: Ha ejercido el oficio de redactor y colaborador en más de un cincuentena de medios gráficos de habla hispana. Algunos de sus libros han sido traducidos al francés, alemán, italiano, holandés, portugués, rumano, inglés, hebreo y coreano.

Mi nombre es Marcelo Birmajer y me siento viejo desde los 20 años. Ya tengo cuarenta y cuatro y no he rejuvenecido ni uno. No creo que ser jóven sea una cuestión de espíritu: se es jóven hasta los 33 años, como bien señaló Julio Iglesias. Si Julio dejó de ser joven a los 33, nadie puede serlo después de esa edad. Pero sí se puede ser viejo a cualquier edad, y yo soy viejo desde los 20. Publiqué mi primer libro a los 22 años y escribo desde que tengo memoria. Desde el primario hasta hoy, siempre hice lo mismo: inventar historias. He trabajado en un centenar de medios gráficos, he publicado más de treinta libros, escribí el guión de una película, El abrazo partido, que ganó el Oso de Plata en Berlín, pero no soy rico ni famoso. Todos los días debo concurrir a mi oficina para trabajar, si es que quiero llegar a fin de mes. Soy mi propio jefe, pero también mi propio empleado. Me gusta el sashimi, los libros de Henry Kissinger y de Isaac Bashevis Singer. Mi película favorita es Érase una vez en América. Me gusta ser judío, me gusta ser argentino y me gusta ser de clase media. Pero no siento especial aprecio por mí mismo. No creo que en la autoestima esté el secreto de nada. En cambio, creo que debemos trabajar y ser buenos. Mi ideología son los diez mandamientos. Si todos nos encargáramos de cumplirlos, no necesitaríamos milagros.